Madres del agua, madres de la harina
padres ciegos del viento:
Acoged este canto, esta palabra
que no procura esbeltez ni fulgor,
sino fidelidad. Esta palabra que arrimo
a un país de voz quemada, a un silencioso
territorio, en el fondo de las Pampas del Sud,
donde el honor del hombre se llama permanencia.
Aquí transcurre mi condición austral,
mi manera argentina. En esta tierra sin ilvido,
donde la esperanza es terca raíz, alpatacosa
urdimbre. ¿Qué nombre o rostro guarda
el alma de estos campos, de estos pueblos, bandera
que tremola y azota el aire seco de las planicies centrales,
el insumiso pendón de los hijastros del desierto?
¿Qué nombre, al fin, entre todos los nombres? SEGUIR LEYENDO.-
(Poco dicen, o mal, los viejos mapas,
los antiguos cosmógrafos y Chronistas del Rey,
todos los que anduvieron a tientas, deslumbrados
novios de la Quimera, por montes y herbazales: "Vocatur
guanaca et faciunt Belzuares"/ "Alrededor
de las lagunas hay unos indios que llaman
Césares" ¡Sueños! Nuestros hombres llevaban
nueve milenios sobre la llanura,
a la vera de los ríos, junto a los manantiales,
en las bardas y cerros del Mensaje. ¡Si aquí
vivió El Brumoso, El Desenterradito,
cuyos huesos se hicieron polvo y humo al tacto de la luz,
al sentir otra vez aquella brisa
del Colorado, ("la-que-mece-los-sauces"),
sobre su cal remota y exhumada. . .!
–Sombra de sombra, ínfimo,
tenaz despojo que aún yacía rostro al naciente, al sol,
tendido y pintado de ocre rojo entre sus cuchillos de sílex,
entre sus flechas y su gáimën,
¡ajuar de cazador para los boleaderos del cielo!)
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
País de grandes éxodos y de grandes nostalgias:
¿Tierra o sangre gobiernan
el brazo del troquel con que se acuña
la cifra de tu amor? En el pecho del hombre
inciso está tu rostro, el contenido
de la forma de tu alma: todo lo que nos brinda
este largo sosiego de la tarde, esos humos
que anuncian el Otoño,
la morosa mateada del crepúsculo. . . ¡Y pasa
remontado el halcón tras la paloma,
país de voz quemada como tus hondos montes!
Aúlla, corazón.
Busca las viejas aras, los altares secretos,
que no consagró un dios sino el relámpago,
la obstinada semilla de un pueblo y su canción.
De pie, fantasma de estos llanos. Híncate, payador,
peregrino de América, trovero
de silbo trashumante,
y así, rodilla en tierra,
la tierra al fin te confiará su nombre,
el nombre de su nombre,
su más íntimo gozo, su duelo y su alegría.
¡Remontado, invisible, pasa el halcón tras la paloma!
SU HISTORIA
Para llegar a su casa hay que alejarse un poco del centro de
Santa Rosa, extensa y abierta a los cuatro rumbos del viento, pandita,
igual que el agua del río... En esa casa pequeña y cálida, tan poblada
de recuerdos como repleta de proyectos, nos aguardaba junto a su esposa e
inseparable compañera, Margarita Monges, también poeta y narradora.
Edgar Morisoli nació en Acebal, Santa Fe, pero está radicado en La
Pampa desde 1956. La elección de "radicado" no es casual: la raíz de su
poesía se hinca profundamente en esa tierra austera para desplegar desde
allí la metáfora del hombre. Porque "el Sur", para utilizar el término
abarcativo que emplea la profesora Ana Silvia Galán –estudiosa de su
obra–, es un universo, "y por eso es El Universo", subraya el poeta.
Después de un breve período de actividad profesional (es agrimensor)
en el litoral bonaerense –reflejado justamente en Tiempo Litoral, aún
inédito– fue contratado por el gobierno de La Pampa para realizar
estudios para el aprovechamiento integral del río Colorado. Así recaló
en el departamento de Caleu Caleu.
"La zona me hechizó de entrada. No encuentro otra palabra que
hechizo, sortilegio, un largo sortilegio", recuerda. Hasta allí se
trasladó con su mujer y sus pequeños hijos.
La Adela, Colonia 25 de Mayo, el sur y el oeste pampeano, paisaje
desértico y árido, son "la realidad, el marco de lo que yo trato de
expresar con mi poesía" porque "los elementos del entorno tienen una
presencia notoria en mi obra". Dilatada obra que el autor divide en dos
etapas.
La primera abarca del '59 al '74 e incluye cuatro libros: Salmo
Bagual, Solar del Viento, Tierra que sé y Al Sur Crece tu Nombre, todos
publicados por Ed. Stilcograf, de Buenos Aires. En realidad, comenzó dos
años antes, en el '57: Salmo Bagual tuvo una primera edición, más
breve, a cargo de la Dirección de Cultura de La Pampa, "cuando estaba al
frente un importantísimo escritor pampeano, Juan Ricardo Nervi".
Luego siguió un largo período de silencio editorial, del '74 al '94.
"Vino la dictadura, y se nos complicaron las cosas a todos. No era el
primer golpe, pero sí el más fuerte. Fueron 20 años de silencio" porque
"los procesos espirituales no tienen un ritmo ni una respuesta
automática, no cesan así nomás". Pero la obra continuó, soterrada como
el 'alpataco', un algarrobo "que crece en las planicies del oeste, bajo
vientos tan fuertes, intensos y persistentes que el tronco es
subterráneo, para defenderse". El fruto salió a la luz en 1994 en Obra
Callada, seis libros reunidos en un volumen bajo el sello de Ediciones
Pitanguá, de Santa Rosa.
Desde entonces, el torrente no cesa, abarca seis obras más:
Cancionero del Alto Colorado, Bordona del Otoño /Palabra de Intemperie,
Hasta aquí la canción, Cuadernos del Rumbeador, La lección de la diuca,
Última rosa, última trinchera y Un largo sortilegio, a los que pronto
habrá que sumar Tabla del Náufrago.
En la poesía de Morisoli, se ha dicho alguna vez, se conjugan
"vocación y destino". El quehacer poético, conviene recordar, se
desarrolló simultáneamente a la labor del agrimensor, que mide, conoce,
palpa la tierra con una mirada penetrante que no es la del hombre común.
"Si yo fuera turista o transeúnte, /no vería otra cosa/ que una prolija
estiba de ataditos de leña (...) pero resulta /que no soy transeúnte ni
turista", refiere en "Ataditos". La conjunción se resuelve en una
deslumbrante riqueza expresiva, un nombrar que es rescate de cosas que
"se nos van como un agua delgada entre los dedos" ("Salmo Bagual") y
aprovecha el detalle mínimo de un paisaje despojado para elevarlo a una
instancia superior: "¿Cómo alcanzarte con palabras, cómo alcanzarte sino
con palabras?" ("Rama de sauce contra el cielo del alba").
El nombrador no sólo rescata un paisaje, también construye una épica
de los héroes anónimos que pueblan La Pampa, "una tierra muy castigada",
escenario de "despojos, genocidios y grandes éxodos, pero también de
resistencias populares". Entre las injusticias que lamenta, una deja una
marca fuerte en su poesía: es el despojo de los ríos Atuel y Chadileuvú
a manos de Mendoza por la construcción de la represa El Nihuil, con su
estela de miseria y despoblamiento del oeste pampeano.
Su actitud comprometida socialmente está presente desde los comienzos
de su obra, pero en los poemas más recientes, donde hay un trabajo de
síntesis mayor, profundiza a partir de pequeños hechos, metáfora de la
devastación del neoliberalismo. Aunque ya en 1974, el gran Luis Franco,
en Reflexiones acerca de la poesía actual (lamentablemente inédito)
decía: "Lo que más debe calificar al poeta de hoy es tener imaginación
para la verdad mayor del día: para concebir la revolución, menos como un
somero episodio político que como un ecuménico acontecimiento cultural y
espiritual (...) Edgar Morisoli, uno de los poetas mayores de la
actualidad, construye, desde la región más postergada de La Pampa, una
sólida y bella poesía esclarecedora, hecha menos para el deleite musical
que para meterla en nuestro respiro y nuestro pulso".
Otro rasgo destacable es el entrecruzamiento de la palabra con otras
artes, como la música (ver Las canciones) y la plástica. Las obras de la
segunda etapa, de excelente presentación, van generalmente acompañadas
por ilustraciones de pintores y fotógrafos pampeanos que Morisoli ha
invitado a participar.
Párrafo aparte merece su colaboración en revistas culturales y
encuentros literarios, que en el último tiempo han constituido un
fenómeno nuevo, de circulación de cultura interior-interior, "que no
pasa por Buenos Aires y por lo tanto Buenos Aires ignora. Yo admiro a
tantos grandes poetas porteños, la vida cultural porteña es tan rica...
pero también lo es la del interior. Algún día tendremos que encontrar la
forma de ir cerrando esa brecha". Entre las revistas destaca Silabario,
de Córdoba, y El Camarote, de Viedma.
Hasta aquí un aporte a la difusión de un poeta esencial. Quedó tanto
material que excede el espacio de la página y merecerá otra entrega.
Porque ya se hace imprescindible, en palabras del propio Edgar, "ir
cerrando la brecha".
(Fuente: www.santarosa.gov.ar y "Pampalabra")
Edgar Morisoli: País de voz quemada (fragmentos)
Impacto Informativo Realicó on sábado, 2 de junio de 2012
1 comentarios:
Verdaderamente bello. Qué buena iniciativa realmente felicitaciones
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