Divididos: "La Aplanadora del Rock", pisó fuerte en Santa Rosa

on lunes, 15 de septiembre de 2014

Impacto - El gimnasio de Estudiantes colmado fue testigo de una lección de rock de “la Aplanadora”, que volvió a Santa Rosa tras 12 años. "Estoy aturdido". La frase, acompañada por una sonrisa, se repitió en muchos de las más de 2.500 almas que el viernes por la noche estuvieron en el Club Estudiantes disfrutando de Divididos.
Y es un resumen del poderío del trío que dejó temblando los cimientos del gimnasio de la calle Moreno, renovando credenciales tras casi 13 años de ausencia en la ciudad.
Aquel show de octubre de 2001 en All Boys puede servir como punto de referencia para establecer en lo que se ha transformado Divididos. En aquella jornada el trío llegó para presentar un disco (Narigón del siglo...) sobre el que la banda cimentó el repertorio junto a sus clásicos; anoche la lista de temas incluyó temas propios de todas las épocas y también ajenos, dejando claro que su status actual es el de una banda que sube al escenario principalmente con la simple y maravillosa excusa de tocar música.

El último disco de estudio (Amapola del 66) salió hace cuatro años, por lo cual ya no hay necesidad de "presentarlo" y así se mezclan temas de todas las épocas, con lógicas ausencias porque mucho más no se puede pedir en casi 2 horas 20 minutos de show.

Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella salieron a escena a las 21.24. Sonrisas, saludos, un "volvimos" de Mollo y a la carga: suenan "Haciendo cola para nacer" y "El ojo blindado", clásico de Sumo.
Aunque la dudosa acústica del gimnasio de Estudiantes por momentos juega muy en contra de la calidad del sonido, la banda sigue adelante como si nada.

El tercer tema es "Tengo", que grabaron para un tributo a Sandro, y de allí van hacia "Capo-capón", "Tanto anteojo" y "La ñapi de mamá".

El punto más alto llega con un trío de clásicos donde el bajo de Arnedo comanda: "Qué tal", "Sábado" y "Azulejo" son tres golpes de nocaut que dejan a uno pensando como tres tipos pueden sonar así. Divididos en su máxima expresión.
La espera para la vuelta de la banda a la ciudad se traduce en un público heterogéneo: en las tribunas (colmadas) abundan parejas y familias, padres y madres con sus hijos que, como dijo Mollo, la vez anterior no estaban ‘y ahora ya son así‘, poniendo la palma de su mano a la altura de sus hombros.

Abajo, contra las vallas se apila un pogo constante y húmedo, y más atrás las viejas guardias que disfrutan como el primer día pero que (en buena parte) economizan energía.
Casi se llega a la hora de show y se hace necesario un respiro. Relajados, con Mollo y Arnedo sentados en banquetas, suenan "Spaguetti del rock" y "Par mil". Luego suman la guitarra acústica de Diego Florentín (parte del equipo de colaboradores de la banda) para dos bellas versiones de "Pepe Lui" y "Sisters".

Tras un descanso, encaran la segunda parte del show con ’Mantecoso’ (con una larga zapada en el medio, que incluyó fragmentos de "Rutas argentinas" de Almendra y "El hombre suburbano" de Pappo’s Blues), "Perro funk" y "Tomando mate en la paz". Mollo le hace luego un inmejorable homenaje a Jimi Hendrix en "Vodoo chile", soleando con los dientes y con una zapatilla arrojada desde el público que nunca volverá.

Pasa "Amapola del 66" como un sentido homenaje a las distintas energías que inspiraron la música de Divididos, pasan "Paraguay", "Paisano de Hurlingham" y "Rasputín", y "El 38" anuncia la parte final del show y el Estudiantes parece temblar. Cuando Mollo anuncia otro homenaje y lo rematan con "Moby Dick" de Led Zeppelin y "Sucio y desprolijo" de Pappo, todo parece volar por los aires.

Llega el final es con "Ala delta", ya cuando el aire es eléctrico y a Arnedo le cuesta despedirse. Mientras Mollo recorre el vallado de seguridad saludando al público y regalando púas, el bajista y el baterista estiran hasta el infinito el final del show. "Tardamos 12 años en volver, y volvería todas las semanas", dice Arnedo y a esa altura a nadie le importa si es devoción, demagogia o un mimo exagerado: todos agradecen.

Pasó Divididos como una verdadera aplanadora, a esta altura tan frase hecha como una verdad difícil de discutir. Una banda con 26 años a sus espaldas llevados con la experiencia y el aplomo en sus hombros, y que evidentemente nunca resignará volumen ni rock para dejar los oídos y los cuerpos tan zumbantes como felices cada vez que se sube a un escenario. (Fuente gentileza: El Diario de La Pampa).-

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